miércoles, 18 de septiembre de 2013

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA INVISIBILIDAD DE LA TRADUCCIÓN: DOS VISIONES. (Parte II)

(Continuación de la anterior entrada ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA INVISIBILIDAD DE LA TRADUCCIÓN: DOS VISIONES. [Parte I])

1. TRADUCCIONES DOMADORAS

André Lefevere afirmaba en un artículo de 1988:

Translating aspects of one culture into another is never a simple semantic substitution. Rather, the self-images of two cultures come to bear on the matter and clash over it... Translation, therefore, can teach us about certain aspects of a culture at certain stages of its evolution.[i]
 La traducción tiende a tomar sus normas y estrategias del ambiente sociocultural en el que se realiza. En la actualidad, en la aldea global dominante, la traducción comparte una tendencia universalizadora y aglutinante al mismo tiempo: “universalizadora” porque tiende a crear una cultura global que pretende no saber de culturas y, por el contrario, “aglutinante” porque supone una mayor facilidad de creación de fuerzas culturales centrípetas en ese mundo global.

No obstante, también surgen voces que llaman a una traducción (en un sentido más amplio) extranjera en la que se recojan voces nuevas y desconocidas. Una traducción que no se vea absorbida en una cultura sino que continúe el juego diseminante que diseñó el autor original. Nos encontraríamos ante una traducción que no intentaría “convertir en alemán lo griego, indio o inglés en vez de dar forma griega, india o inglesa al alemán”[ii]. Esta nueva estrategia intentaría mostrar las tensiones que surgen en los textos dentro de sus culturas y abandonaría la invisibilidad para recurrir a la visibilidad, para que el texto no sea fluido a los ojos del lector y, de esta manera, éste sea testigo de las fuerzas que operan en el texto original. Así, la traducción no sería tanto un hecho textual como un  hecho cultural en el que los textos sirven de fuente para el aprendizaje de una cultura y no para el narcisismo cultural de la civilización occidental. La historia cultural de los países occidentales nos ha enseñado la continua tendencia aglutinante y de absorción de sus sistemas culturales. Las periferias resultan atraídas al centro por medio de un efecto de transparencia y pierden sus connotaciones revolucionarias y de tensión hasta que crean un nuevo centro “atraído”: es decir, el primer centro sólo atrae de la periferia aquello que por medio de la transparencia puede ser absorbido, modificado y traducido según los cánones establecidos por el centro. Desde el punto de vista de la teoría de los polisistemas, el centro sólo permanecerá en su situación privilegiada si es un centro dinámico y permeable a lo que sucede en su periferia. De no ser así, el centro se convertirá en una estructura rígida que finalmente quedará fosilizada y se verá desplazado por las periferias que le rodean. No obstante, en la actualidad estamos asistiendo a un nuevo modelo de polisistema en el que el dominio de la llamada “sociedad de la información” supone no sólo apropiarse del centro y empujar hacia la periferia todo movimiento contrario a la ideología dominante, sino también apropiarse de la propia periferia para, mediante un proceso de alienación, lo anteriormente periférico pasa a ser una supuesta periferia asimilada por el centro que, de esta forma, mantiene su posición central. En este nuevo modelo, el centro ha aprendido que sólo es posible evitar la fosilización creando sus propias periferias y asimilando las periferias extrañas / extranjeras mediante un proceso de alienación en la que el centro utiliza el efecto de la transparencia y la invisibilidad. Sin duda alguna, la traducción no es extraña a esta situación ya que la relación entre cultura fuente y cultura término siempre estará enmarcada en las relaciones entre los sistemas literarios, políticos y sociales de las diferentes culturas.

No en vano afirma Venuti que “[t]he viability of a translation is established by its relationship to the cultural and social conditions under which it is produced and read”. En esta “relationship” puede desaparecer la “originalidad cultural” del texto fuente ya que, cuando el traductor intenta adaptarlo, convertirlo en “leíble”, a la cultura término, ésta ejerce su fuerza apropiadora como centro cultura. En el caso de que la cultura receptora sea periférica también puede establecer una relación como centro ya que el efecto de apropiación y alienación es bidireccional. No obstante, aunque una cultura receptora adopte la posición de centro con respecto a un “centro”, esta relación seguirá patrones completamente diferentes.

De esta forma, podemos ver cómo los efectos de transparencia e invisibilidad en la traducción no se refieren a las relaciones entre culturas supuestamente fuertes con otras supuestamente débiles, sino a las relaciones entre textos y culturas en posición fuerte y posición débil. Esta aparente contradicción se produce al mantener un esquema de traducción en el que el texto y cultura origen son primarios, originales y originarios y el texto y cultura término son derivados, copias y secundarios. De este modo, dentro del esquema general de la traducción las relaciones siempre seguirán ese patrón de copia y original de tal forma que la traducción representa una ilusión de las relaciones entre dos culturas, relación imprescindible para poder traducir desde la invisibilidad (especialmente dado que la invisibilidad ha sido una estrategia típica utilizada por las culturas occidentales “fuertes”). Así, cuando nos encontramos ante la traducción entre dos culturas muy diferentes y con relaciones que desde un punto de vista políticoeconómico indican directamente a una relación centro-periferia, ¿se seguirá manteniendo el mismo modelo de traducción? Si un etnógrafo norteamericano escribe un libro en inglés sobre las costumbres, estructuras sociales, políticas y económicas de un pueblo africano y, al cabo de unos años, su obra se traduce a la lengua de dicho pueblo, ¿cómo leerán los indígenas sus propias costumbres y cultura? ¿Acaso el escritor norteamericano no habrá escrito lo que el lector norteamericano quiere que le cuenten sobre la cultura indígena? ¿Acaso el traductor tiene la posibilidad de corregir para un cultura “tan sumamente débil” la lectura que se ha realizado de su pueblo? Son múltiples preguntas en las que entra el traductor visible, cuestiones que se plantea ya que la visibilidad no tiene por qué implicar fidelidad sino una ética traductora que le lleva a desarrollar una teoría del traducir que abarca todo el hecho cultural, político y social en el que se ve inmerso (y del que, aunque sea “invisible”, es catalizador).

Finalmente, conseguir un texto término transparente implica hacer desaparecer la clave cultural en la que fue creado el texto original. En este caso, la invisibilidad representa la búsqueda de una traducción que trasplanta un texto fuera de sus fronteras (esencia de traducción) sin tener en cuenta que la textualidad original y su significado están unidos al contexto cultural. Los textos trasplantados (traducciones domesticadas) representan una forma de desaparición de los posibles efectos de atracción cultural: los textos se insertan en una nueva tradición como si hubieran sido creados en ella.

2. APRE(HE)NDER EL SIGNIFICADO

Pasamos ahora al tema del significado que ya avanzamos en la introducción. Un clásico de la teoría de la traducción, Eugene Nida, afirma:

A translation of dynamic equivalence aims at complete naturalness of expression and tries to relate the receptor to modes of behavior relevant within the context of his own culture.[iii]

En cambio, Cristopher Norris señala en su libro sobre Jacques Derrida:

The Saussurean ‘bar’ between signifier and signified - that which creates the arbitrary nature of the sign - is also the law which immutably decrees the unfulfilment of desire in pursuit of its ever changing object.[iv]

Un poco antes en la misma página Norris destaca:

Desire simply is this differential movement perpetually at work within language, movement which can never be brought to a halt since the relation between signifier and signified is always provisional, shifting and elusive.[v]

Podemos ver como en estas tres citas existe una línea de tensión subyacente: por una parte, Nida defiende una traducción de equivalentes en la que el traductor busca producir efectos similares en el receptor; por otra parte, Derrida, en boca de Norris, ve en el signo lingüístico una forma inacabada que se construye y desconstruye en todo acto de escritura. De esta forma, nos encontramos con que la traducción no sólo se preocupa por un significado (fórmula de equivalencia) sino por la diferencia y relación que se produce entre significante y significado. Al mismo tiempo, dado que la relación entre significante y significado es provisional e inaprensible, no es posible fijar una residencia para esa “bar” de la que habla Norris; dado que es esquiva y fugaz, no es posible analizar de una forma pura la relación significante / significado. Por lo tanto, tampoco es posible evitar que, en la traducción, el significante deje su rastro[vi]. Cuando Nida afirma que “the translator must be a person who can draw aside the curtains of linguistic and cultural differences so that people may see clearly the relevance of the original message”[vii], parece olvidar que en el par significante / significado no se puede atribuir al segundo miembro la exclusividad de la significación. Subordinar las cortinas y diferencias culturales a una visión clara de la relevancia del mensaje original parece ignorar la borrosidad de la barrera signans / signatum: parece ignorar que las cortinas, las diferencias culturales, las formas y las fórmulas pueden (y lo hacen) transmitir significados. No en vano Derrida señala en Posiciones que la única manera de enfrentarse a la traducción es como un proceso de transformación. En oposición a Walter Benjamin, que señala que la finalidad de la traducción es la búsqueda de una lengua superior, Derrida borra cualquier posibilidad de vuelta al origen. El origen de las lenguas se perdió en la destrucción de Babel ya que Dios es el desconstructor de desconstructores. De esta forma, la transformación / traducción no intenta borrar las diferencias, descorrer las cortinas de las que habla Nida, antes bien, asume “la multiplicidad irreductible de las mismas [lenguas], creando un texto semejante, paralelo al original pero, en cierto modo, otro, diferente”[viii].

El conflicto que aquí presentamos parte de una oposición básica entre dos sistemas de pensamiento lingüístico que parten de premisas opuestas. Por una lado, Nida defiende la posibilidad de remontarse a unas estructuras profundas universales desde las cuales será posible codificar un texto en otra lengua. Para ello utiliza el modelo propuesto por Chomsky. No obstante, el propio Chomsky, tal y como subraya una y otra vez Gentzler (Gentzler, 1993), aun siguiendo una línea cartesiana en sus razonamientos lingüísticos, siempre se mostró reacio a aplicar sus estudios al campo de la traducción. Así, Chomsky sale al paso de diferentes estudios surgidos tras la publicación de Syntactic Structures (1957):

The existence of deep-seated formal universals . . . implies that all languages are cut to the same pattern, but does not imply that there is any point by point correspondence between particular languages. I does not, for example, imply that there must be some reasonable procedure for translating between languages[ix].

Vemos como aquí Chomsky se separa de cualquier tesis que asiente la traducibilidad de las lenguas en la existencia de universales. De una forma similar, aunque más radical, los desconstructivistas niegan la existencia de dichos universales y cualquier posibilidad de remisión a un origen. De esta forma, la teoría desconstructivista de la traducción pasa a ser una teoría de las diferencias y de la différance, de los huecos, lo intraducibles y cualquier espacio que se produzca entre los textos. Para la desconstrucción, los textos, y por extensión las lenguas, no disfrutan de una comunicación plena sino que representan formas de expresión que buscan (se buscan) no sólo sus puntos de coincidencia sino también sus divergencias, sus diferencias, las “cortinas”. Desde el punto de vista de la desconstrucción “in the process of translating texts, one can come as close as is possible to that elusive notion or experience of différance[x]. De una forma similar, Gadamer señala que la traducción es una forma similar a la conversación: dos textos entran en relación y “conversan”, buscan coincidencias, relaciones, oposiciones, etc. pero nunca llegan a neutralizar completamente sus propias diferencias.




[i] André Lefevere, "Holy Garbage, tho by Homer Cook't", en Traduction, Termilogie, Redaction, vol. 1, no. 2, 1988, p. 26.
[ii] Rudolf Pannwitz, Crisis de la cultura europea, citado por Walter Benjamin, La tarea del traductor en Miguel Angel Vega, ed., “Textos clásicos de teoría de la traducción”, Cátedra, Madrid, 1994, pag. 295.
[iii] Eugene A. Nida, Toward a Science of Translating. With Special Reference to Principles and Procedures in Bible Translation, Brill, Leiden, 1964.
[iv] Cristopher Norris, Derrida, Fontana Press Masters, Fontana Press, London, 1987, pag. 114
[v] Ibid. Pag. 114
[vi] Véase, Jacques Derrida, “Semiología y Gramatología” en Posiciones, Pre-Textos, Valencia, 1977.
[vii] E. A. Nida y J. De Waard, From One Language to Another: Functional Equivalence in Bible Translating, Thomas Nelson, Nashville, 1986.
[viii] Miguel Gallego Roca, Traducción y literatura: Los estudios literarios ante las obras traduccidas, Ensayos Júcar, Madrid, 1994, pag. 32. Véase también pags. 25-34
[ix] Chomsky, Noam, Aspects of the Theory of Sintax, Harper & Row, Cambridge, MA, 1965.
[x] Gentzler, Edwin, Contemporary Translation Theories, Routledge, London, 1993, pag. 145.

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